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lunes, 28 de noviembre de 2016

La importancia de las rutinas


Las rutinas hacen parte de un principio de organización mental de esquemas que permiten que el niño entienda y aprenda que existe un momento y un espacio para cumplir determinada conducta, como por ejemplo comer, dormir, bañarse o lavarse los dientes.







Es en los primeros años de vida donde se tiene mayor receptividad y se da un aprendizaje duradero, por esto la importancia de enseñarles a través de actos repetitivos y constantes. “Mediante las rutinas interiorizan tareas elementales y también complejas. Aprenden a guardar sus juguetes después de haberse divertido con ellos, a tocar instrumentos, a practicar deportes e incluso a predecir lo que va a suceder luego de determinada situación, es decir, a relacionar una acción con su consecuencia”.
En otras palabras, las rutinas son una forma de enseñarle a un niño, joven y más adelante adulto, cuáles son sus derechos y sus deberes, a respetar los límites, a contar con la seguridad necesaria para obtener de manera responsable lo que desea, a ser disciplinado, organizado y a vivir sanamente en una sociedad. Lo importante, es hacer de todas las rutinas (de alimentación, descanso, higiene, juego y tareas propias de la vida escolar) rituales amorosos y divertidos y no obligaciones impuestas. Todas necesitan ser ejemplares y coherentes, todas deben llevarse a cabo con la misma constancia e intensidad para que puedan ser interiorizadas exitosamente. Podemos tener rutinas para la mañana (antes de ir a clases), para las tardes, o para la hora de dormir, por separado.

¿Querés ver ejemplos? ---> http://bit.ly/2dMg0p7
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martes, 22 de noviembre de 2016

La tecnología y los niños



La tecnología no es nuestro enemigo, pero el uso en los niños debe ser regulado.

Desde el punto de vista de la neurociencia, todavía no comprendemos en su totalidad el impacto que las nuevas tecnologías, las que han aparecido en los últimos años, pueden tener en el cerebro de los niños. Sin embargo, las evidencias que estamos obteniendo hasta la fecha son contundentes. Por el momento sabemos que un mayor tiempo de exposición a estos dispositivos (tablets, smartphones, videojuegos y TV) está relacionado con mayores índices de miopía, déficit de atención, obesidad y depresión infantil. Según los datos la exposición temprana o prolongada a estos dispositivos puede afectar la maduración de distintas estructuras y funciones del cerebro en desarrollo.


Equilibrio es la parte fundamental.

Simplifiquemos la vida de los niños, menos cosas, más tiempo, más juegos creativos.Se estima que cada niño tiene alrededor de 150 juguetes por niño, el exceso de cosas no permite vivir la verdadera infancia.Un estudio realizado en la Universidad de Texas ha desvelado que cuando los niños juegan deportes bien estructurados se convierten en adultos menos creativos, en comparación con los pequeños que han tenido mucho tiempo libre para jugar.


Juegos libres que permitan la construcción mental y explotar la creatividad de los niños. Volvamos a la simplicidad.


  • Los bebés de 0 a 2 años NO deben tener contacto alguno con la tecnología
  • Los de 3 a 5 años, debe ser restringido a una hora al día
  • De 6 a 18 años la restricción debería ser a 2 horas al día máximo

La realidad es que las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y negar su existencia puede ser tan dañino como no regular la exposición de nuestros hijos a ellas. La tecnología es una herramienta que tiene como fin facilitarnos la vida y también ayudarnos a disfrutarla. Ese es precisamente el sentido que podemos transmitir a nuestros hijos.


Tiempo y edades


Entre los 0 y 2 años el cerebro de los niños triplica su tamaño y continúa creciendo hasta los 21 años. Estimular a un cerebro en desarrollo y sobre exponerlo a la tecnología ha sido asociado con déficit de atención, déficit en la función ejecutiva (que se refiere a la capacidad para administrar el tiempo y poder darle seguimiento a más de una cosa a la vez), retraso cognitivo, problemas de aprendizaje, aumento en la impulsividad y baja habilidad de auto controlarse.
Fuente: Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Canadiense de Pediatría.

¿Y el televisor? Durante los primeros años de vida el cerebro del niño debe comenzar a dominar su concentración. A los pocos meses de edad sólo es capaz de fijar la atención en objetos que se mueven, tiene luces o hacen ruidos como por ejemplo, un sonajero o su madre que se asoma a la cuna. Poco a poco comienza a fijarse en objetos inertes como su muñeco favorito. A medida que se va haciendo mayor es capaz de tener un mayor autocontrol, hasta el punto de ser capaz de concentrarse incluso en aquellas cosas que le resultan menos interesantes como un docente que no es demasiado ameno o un libro que tenga que estudiar.

Mientras el niño va teniendo un dominio cada vez mayor de su atención la parte frontal de su cerebro se va desarrollando permitiéndole también ser más resistente ante otras frustraciones de la vida; toda una garantía de felicidad.

El principio que hace que la mayoría de videojuegos, apps y programas de televisión pensadas para niños sean tan divertidas y entretenidas es que no exigen ese nivel de concentración del niño, sino que precisamente retroceden a su primera infancia y atrapan su atención con movimiento, imágenes y sonidos al igual que lo hacía el sonajero.

En ese sentido lo que a muchos padres les puede parecer ayudar a sus hijos a evolucionar hacia una atención más rápida y mejores reflejos solo significa una involución que provoca dificultades de concentración y no favorece la capacidad de tolerar la frustración, posiblemente la piedra angular más importante sobre la que reside la inteligencia y la felicidad.

Es fundamental el uso de las rutinas y la regulación en el uso de pantallas (de acuerdo a la edad del niño o niña).


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viernes, 4 de noviembre de 2016

Alternativas al Castigo


Muchos padres utilizan el castigo físico por falta de conocimiento y/o recursos para enfrentar con éxito los desafíos de crianza de sus hijos e hijas. Las investigaciones son claras y contundentes en los efectos nocivos de los castigos físicos y verbales, tales como: gritar, pegar o violentar a los niños de alguna forma.

Es común escuchar la pregunta ¿qué hacer? Y la respuesta por lo general es usar consecuencias que realmente son “castigos disfrazados”, enviando el mismo mensaje (hacer sentir mal al niño o joven por su falta o error), lo cual no hará que mejore la conducta a largo plazo. Ya que el error no es visto como una oportunidad de crecimiento o de aprendizaje, sino como una situación para “castigar”.


Veamos algunas alternativas para el castigo, centradas en Disciplina Positiva, que buscan enviar un mensaje de AMOR y RESPETO.
  • Usar la regla de oro “tratar a mis hijos, como me gustaría ser tratado”. Anticipar la conducta inadecuada.
  • Mantener un ambiente de seguridad, respeto y firmeza para los niños en el hogar.
  • Validar los sentimientos de los niños y jóvenes, hacer conexión antes de corrección.
  • El tiempo de enfriamiento es muy útil, en especial para los adultos. Debemos aprender a tener AUTOCONTROL, para enfrentar con certeza nuestras emociones.
  • Entre más alta sea la voz de su hijo, más baja debe ser su voz, eso reducirá la tensión.
  • Asegúrese que el niño recibe el mensaje de amor y respeto. El niño con mal comportamiento es el que más necesita oír que se le quiere.
  • Cuando se plantea una lucha de poder y el adulto gana, el niño pierde, pero eso no le hace mejorar, simplemente le desanima. No se trata de ganarles a los niños, sino de ganarse a los niños.
  • Formular preguntas del tipo "qué" y "cómo". Por ejemplo. ¿Qué ha ocurrido?, ¿Cómo te sientes con lo que ha pasado?, ¿Qué has aprendido con esto?, ¿Cómo puedes utilizarlo para la próxima vez?
  • Establecer rutinas con los niños. Si conjuntamente con el niño se establecen los pasos de cualquier actividad (por ejemplo, la hora de acostarse) el niño tendrá más voluntad de llevarlo a la práctica sin problemas ya que ha participado en su diseño. Ver ejemplos de rutinas en: bit.ly/2dMg0p7
  • Ofrecer opciones limitadas. Cuando proponemos opciones (por ejemplo: ¿Quieres bañarte antes o después de desayunar?) damos al niño la libertad de elegir, lo que le motivará a actuar.
  • Crear una rueda de opciones. A la hora de encontrar soluciones a los problemas se le pueden ofrecer diferentes opciones y que el elija.
  • Distraer y/o reorientar: En vez de prohibirles hacer algo es preferible decirles u orientarles sobre lo que pueden hacer.
  • Abrazarle. Esto puede por sí solo cambiar la actitud tanto del padre como del hijo. Dedicarle tiempo. Dedicar todos los días unos minutos extra hace que los niños se sientan aceptados e importantes y les permite compartir experiencias y sentimientos. De 2 a 6 años: 10 minutos al día/ 7 a 12 años: 30 minutos por semana/ 13 años en adelante: una vez al mes hacer algo juntos. La cita debe ser fija.
  • Validar los sentimientos del niño para que él sepa que entiendes y que te importa, y que nunca será rechazado por tener ningún sentimiento en particular. Por ejemplo, “Eso me asustaba a mí también cuando yo era niño”.
  • ¡Respira! Cuando estamos estresados, necesitamos más oxígeno, pero tendemos a hacer respiraciones cortas. Aún unas cuantas respiraciones profundas nos pueden ayudar a calmarnos y pensar más claramente.
  • Hablar menos y actuar más. Que sus actos hablen por sus palabras. Iremos al parque hasta que los juguetes estén recogidos.
  • Involucrar a los niños en la solución de conflictos. Les ayudará con su sentido de pertenencia.
    Todas estas alternativas le ayudarán a enfrentar con éxito los desafíos de crianza de nuestros hijos de una forma firme y respetuosa para ambos. La Disciplina Positiva es educación, entendimiento, motivación y comunicación, no castigos. A los niños y jóvenes se les trata con dignidad y respeto.








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